INSTRUCCIONES PARA PARTICIPAR EN ESTE BLOG
Cada semana leeremos un cuento o un poema de algún autor hispano.
Te invito a participar de la siguiente manera:
1. Escoge un cuento, poema, o ensayo de la lista de autores que aparece en la columna del lado derecho del blog. Para encontrar un ejemplo, haz clic aquí.
2. Después de leer el material elegido, crea una historia usando las ocho palabras que el grupo ¿Y... qué me cuentas? escogió en clase, o escoge otras ocho palabras de la lectura que quieras practicar. Para encontrar un ejemplo, haz clic aquí.
3. Sube tu historia usando el enlace de comentarios ("comments"). Lo encontrarás al final de cada lectura.
No temas cometer errores en tu historia. Yo estoy aquí para ayudarte. Tan pronto subas tu historia, yo te mandaré mis comentarios.
¿Estás listo? ¡ Adelante!

Escuchen los ipods de

Y…¿qué me cuentas?

Este video muestra el momento en el que los estudiantes de

Y…¿qué me cuentas?

crean una historia usando ocho palabras extraídas de un cuento previamente leído en clase.

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Y…¿qué me cuentas?

Recomendación al Gobierno de México por parte del Consejo Consultivo del Instituto de los Mexicanos en el Exterior (CCIME) durante su XVII reunión ordinaria.

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Wednesday, February 23, 2011

Ejercicio de Lectura y Escritura del poema "Preciosa y el aire" de Federico García Lorca.

Para leer el poema relacionado con este ejercicio haga click aquí.
Los invito a escuchar y a ver la sección del ejercicio de ocho palabras que el grupo ¡Y qué me cuentas! realizó en clase después de leer el poema "Preciosa y el aire"de Federico García Lorca. Durante el proceso del ejercicio, el grupo comenzó a escribir una historia que posteriormente cambió totalmente. Por ello, este ejercicio consta de dos partes.
Las ocho palabras que escogieron para escribir su historia fueron:
1. Sendero
2. Gitano
3. Luna
4. Estrellas
5. Pandero
6. Gritos
7. Sonsonete
8. Pergamino

La primera historia que escribieron y cuyo proceso pueden ver y escuchar haciendo click aquí es la siguiente:

"Había un gitano que caminaba en un sendero en una noche llena de estrellas. De repente, escuchó el sonsonete del pandero. Cuando un grito lo asustó. Por la luz de la luna vio un pergamino gigante que se envolvió".

La segunda parte y final que pueden ver y escuchar haciendo click aquí es la siguiente:

"Subía la luna color de pergamino. Caminaba la gitana debajo de las estrellas luminosas. Rompió un grito la noche. Apareció él en el sendero; sus pasos como sonsonetes de un pandero."

Ahora es el turno de ustedes. Usen las mismas ocho palabras y creen su propia historia. Súbanla al blog usando el link "comments" que pueden encontrar al final de este escrito. En cuanto yo reciba sus ejercicios les mandaré mis comentarios.
Saludos.

Tuesday, February 22, 2011

Preciosa y el aire, de Federico García Lorca

Para leer el ejercicio relacionado con este poema haga click aquí.
Poema en audio: Preciosa y el aire de Federico García Lorca por Miguel Herrero
 A Dámaso Alonso                                                                                  
Su luna de pergamino
Preciosa tocando viene,
por un anfibio sendero
de cristales y laureles. 

El silencio sin estrellas,
huyendo del sonsonete,
cae donde el mar bate y canta
su noche llena de peces.

En los picos de la sierra
los carabineros duermen
guardando las blancas torres
donde viven los ingleses.

Y los gitanos del agua
levantan por distraerse,
glorietas de caracolas
y ramas de pino verde. 

Su luna de pergamino
Preciosa tocando viene.
Al verla se ha levantado
el viento que nunca duerme. 

San Cristobalón desnudo,
lleno de lenguas celestes,
mira la niña tocando
una dulce gaita ausente. 

Niña, deja que levante
tu vestido para verte.
Abre en mis dedos antiguos
la rosa azul de tu vientre. 

Preciosa tira el pandero
y corre sin detenerse.
El viento-hombrón la persigue
con una espada caliente. 

Frunce su rumor el mar.
Los olivos palidecen.
Cantan las flautas de umbría
y el liso gong de la nieve. 

¡Preciosa, corre, Preciosa,
que te coge el viento verde!
¡Preciosa, corre, Preciosa!
¡Míralo por dónde viene!
Sátiro de estrellas bajas
con sus lenguas relucientes. 

                              * 
Preciosa, llena de miedo,
entra en la casa que tiene,
más arriba de los pinos,
el cónsul de los ingleses. 

Asustados por los gritos
tres carabineros vienen,
sus negras capas ceñidas
y los gorros en las sienes. 

El inglés da a la gitana
un vaso de tibia leche,
y una copa de ginebra
que Preciosa no se bebe. 

Y mientras cuenta, llorando,
su aventura a aquella gente,
en las tejas de pizarra
el viento, furioso, muerde. 

Sunday, February 20, 2011

Comentario de Aurea López a los ejercicio de alumnos del cuento "En busca del tabaco perdido"

Hola a todos!
Le mando el comentario que Aurea López, la autora de "En busca del tabaco perdido" me mandó a mi correo electrónico después de leer sus trabajos realizados después de que leímos su cuento en clase.
Que mejor motivación que un comentario de la misma autora del cuento!
Si quieren mandarle un comentario a ella, háganlo en el link de "comments" para que los pueda leer.
Saludos!





From: aurea lopez

 to me

 4:15 AM (feb 20.2011)


Hola Ramón:

Te agradezco mucho tu correo y me ha alegrado que mi cuento En busca
del tabaco perdido os haya sido útil. Me he leído las historias que
han escrito los alumnos y me ha sorpendido el nivel tan alto de
español que algunos tienen, así como su capacidad para dejar la
imaginación volar y elaborar textos tan originales y graciosos a
partir de las ocho palabras elegidas.

Me ha llamado la atención, como también a una alumna, que la palabra
"fumar" no haya aparecido por ningún lado, parece que tus estudiantes
están concienciados con lo perjudicial que puede ser el tabaco.

Por último, no me extraña que los alumnos sepan buen español con un
profesor tan eficiente como tú, que les corrige con precisión y les
valora el trabajo realizado con esfuerzo y ánimo. Enhorabuena por tu
docencia.

Afectusosos saludos a ti y a tus alumnos.
Áurea López

Friday, February 18, 2011

Ejercicio de lectura y escritura del cuento "El reloj" de Pio Baroja.

Para ver el cuento relacionado con este ejercicio, hacer clic aquí
Los invito a disfrutar un rato de la clase ¡Y qué me cuentas! El pencast que verán a continuación es el ejercicio que hicimos en clase después de leer "El Reloj" de Pío Baroja. Vean y escuchen el pencast. Noten el proceso que llevamos para escribir esta historia colectivamente. Como verán primero elegimos ocho palabras del cuento "El Reloj" y posteriormente construimos con ellas nuestra propia historia. El pencast dura aproximadamente 11 minutos.
Disfrútenlo haciendo click aquí.

Les transcribo el ejercicio para que vean el producto final.
Las ocho palabras son:
1. Argentada.
2. Amargura.
3. Cernirse.
4. Sobrecogido.
5. Alcotán.
6. Latido.
7. Escondrijo.
8. Indiferente.

La historia que todos escribieron quedó como sigue:
"Una mujer sobrecogida de amargura sentía los latidos de su corazón porque vió un alcotán argentado cirniéndose sobre su cabeza. El alcotán había salido de su escondrijo. La mujer no debía tener miedo porque el ave era indiferente a ella. Estaba buscando un sapo.

Ahora es el turno de ustedes. Utilicen las mismas ocho palabras y mándenme su historia usando el link que dice "comments" que está ubicado justo al final de este post. Escriban y diviértanse. Yo les mandaré mis correcciones en cuanto lea su historia.

Tuesday, February 15, 2011

"El reloj" de Pio Baroja

Para ver el ejercicio relacionado con esta lectura, hacer clic aquí

El reloj
Pío Baroja


Porque todos sus días, dolores, y sus ocupaciones,
molestias, aún de noche su corazón no reposa.
-Eclesiasté
Hay en los dominios de la fantasía bellas comarcas en donde los árboles suspiran y los arroyos cristalinos se deslizan cantando por entre orillas esmaltadas de flores a perderse en el azul mar. Lejos de estas comarcas, muy lejos de ellas, hay una región terrible y misteriosa en donde los árboles elevan al cielo sus descarnados brazos de espectro y en donde el silencio y la oscuridad proyectan sobre el alma rayos intensos de sombría desolación y de muerte.
Y en lo más siniestro de esa región de sombras, hay un castillo, un castillo negro y grande, con torreones almenados, con su galería ojival ya derruida y un foso lleno de aguas muertas y malsanas.
Yo la conozco, conozco esa región terrible. Una noche, emborrachado por mis tristezas y por el alcohol, iba por el camino tambaleándome como un barco viejo al compás de las notas de una vieja canción marinera. Era una canción la mía en tono menor, canción de pueblo salvaje y primitivo, triste como un canto luterano, canción serena de una amargura grande y sombría, de la amargura de la montaña y del bosque. Y era de noche. De repente, sentí un gran terror. Me encontré junto al castillo, y entré en una sala desierta; un alcotán, con un ala rota, se arrastraba por el suelo.
Desde la ventana se veía la luna, que ilumina a con su luz espectral el campo yerto y desnudo; en los fosos se estremecía el agua intranquila y llena de emanaciones. Arriba, en el cielo, el brillante Arturus resplandecía y titilaba con un parpadeo misterioso y confidencial. En la lejanía las llamas de una hoguera se agitaban con el viento. En el ancho salón, adornado con negras colgaduras, puse mi cama de helechos secos. El salón estaba abandonado; un braserillo, donde ardía un montón de teas, lo iluminaba. Junto a una pared del salón había un reloj gigantesco, alto y estrecho como un ataúd, un reloj de caja negra que en las noches llenas de silencio lanzaba su tictac metálico con la energía de una amenaza.
«¡Ah! Soy feliz -me repetía a mí mismo-. Ya no oigo la odiosa voz humana, nunca, nunca.»
Y el reloj sombrío medía indiferente las horas tristes con su tictac metálico.
La vida estaba dominada; había encontrado el reposo. Mi espíritu gozaba con el horror de la noche, mejor que con las claridades blancas de la aurora.
¡Oh! Me encontraba tranquilo, nada turbaba mi calma; allí podía pasar mi vida solo, siempre solo, rumiando en silencio el amargo pasto de mis ideas, sin locas esperanzas, sin necias ilusiones, con el espíritu lleno de serenidades grises, como un paisaje de otoño.
Y el reloj sombrío medía indiferente las horas tristes con su tictac metálico. En las noches calladas una nota melancólica, el canto de un sapo me acompañaba.
-Tú también -le decía al cantor de la noche- vives en la soledad. En el fondo de tu escondrijo no tienes quien te responda más que el eco de los latidos de tu corazón.
Y el reloj sombrío medía indiferente las horas tristes con su tictac metálico.
Una noche, una noche callada, sentí el terror de algo vago que se cernía sobre mi alma; algo tan vago como la sombra de un sueño en el mar agitado de las ideas. Me asomé a la ventana. Allá en el negro cielo se estremecían y palpitaban los astros, en la inmensidad de sus existencias solitarias; ni un grito, ni un estremecimiento de vida en la tierra negra. Y el reloj sombrío medía indiferente las horas tristes con su tictac metálico.
Escuché atentamente; nada se oía. ¡El silencio, el silencio por todas partes! Sobrecogido, delirante, supliqué a los árboles que suspiraban en la noche que me acompañaran con suspiros; supliqué al viento que murmurase entre el follaje, y a la lluvia que resonara en las hojas secas del camino; e imploré de las cosas y de los hombres que no me abandonasen, y pedí a la luna que rompiera su negro manto de ébano y acariciara mis ojos, mis pobres ojos, turbios por la angustia de la muerte, con su mirada argentada y casta.
Y los árboles, y la luna, y la lluvia, y el viento permanecieron sordos. Y el reloj sombrío que mide indiferente las horas tristes se había parado para siempre.
FIN

Thursday, February 10, 2011

En busca del tabaco perdido, de Aurea López

Para leer el cuento "En busca del tabaco perdido" de Aurea López, hacer clic aquí.

Comparto con ustedes el pencast del ejercicio de ocho palabras que el grupo ¡Y qué me cuentas! escribió después de leer el cuento "En busca del tabaco perdido" de Aurea López. El pencast dura aproximadamente 20 minutos. En él podrán escuchar la forma en la que el grupo decidió las ocho palabras que después utilizarían para escribir la historia. El proceso es muy interesante. Es la primera vez que el grupo escribe una historia más larga que lo que acostumbra. Por los comentarios que pueden escuchar en el pencast, se ve que el grupo ha aprendido suficiente español y pueden discernir cuestiones gramaticales y autocorregirse. Esto es un gran avance en los estudiantes, lo cual me hace sentir muy contento.
Les recuerdo que el pencast puede agrandarse para ver mejor el proceso de escritura. La forma de hacerlo es colocando el cursor en el extremo superior derecho del pencast. Ahí aparecerá una flecha en un círculo color naranja. Dándole click a la flecha, el pencast se agranda. En el extremo inferior derecho, verán un número "1" en un círculo naranja. Si ponen el cursor en él, verán que se despliega una barra de lado derecho con las hojas 1 y 2 del pencast. Pueden ir a la página dos tan solo con colocar el cursor en dicha página.
Disfrútenlo haciendo click aquí!

Por supuesto les transcribo las ocho palabras y la historia final, para que puedan ver el ejercicio completo:

1. Duendecillo
2. Alargar
3. Aliciente
4. Tacaña
5. Amena
6. Picaba
7. Fontanero
8. Fatal

La historia final, es como sigue:

"Esta semana tuvimos una tempestad muy fuerte. A un pobre viudo se le quebraron los tubos del agua de la casa. Llamó a un fontanero pero llegó un duendecillo. Porque era tacaño, el viudo decidió no pagar por los servicios que el duendecillo iba a hacer para arreglar los tubos. Fue un error fatal. De repente el duendecillo alargó su cuerpo y picó al tacaño con un trozo de palo. No fue una situación amena. No había ningún aliciente para que el duendecillo arreglara los tubos".

Ahora es su turno. Utilicen las ocho palabras que el grupo eligió y escriban su propia historia. Mándenla en el link "comments" que está al terminar éste post. Prometo mandarles mis comentarios en cuanto los lea.
Suerte!

Monday, February 7, 2011

En busca del tabaco perdido de Aurea López

Para leer el ejercicio relacionado con este cuento, hacer clic aquí.

EN BUSCA DEL TABACO PERDIDO
2º Premio del XI Concurso “Semana sin humo”, SEMFYC, 2010
autora: Áurea López
Hacía un mes que había dejado de fumar y lo llevaba bien hasta que un día me senté en un banco del parque donde solía ir a leer un rato y me encontré un paquete casi lleno. Alguien lo había olvidado después de fumarse un par de cigarrillos. Me lo guardé y cuando llegué a casa me fumé uno. Pensé en dosificármelo para que me durara más, pero me lo terminé al día siguiente. Volvería a dejar de fumar, desde luego que no iba a comprarme un paquete. A los pocos días me encontré un cigarrillo completamente intacto sobre el césped del mismo parque. Había vuelto a poner el mechero en el bolso y lo encendí. Me lo fumé de camino a casa.
Después de estos dos hallazgos que creía equivocadamente afortunados, empecé a alargarmis paseos por el parque con la intención de encontrarme de nuevo un cigarrillo que hubiera caído de un paquete al que el propietario no se había molestado en recoger. Pero no siempre se producía el encuentro y entonces le pedía a cualquier persona que viera fumar un pitillo. Algunos entendían mi justificación de no querer comprar tabaco para no fumar más, pero otros se molestaban por mi solicitud, sobre todo los más jóvenes. Aun así me lo daban y a mí me sabía muy bien el cigarrillo que cada día buscaba o pedía. A las semanas ya no era uno sino dos al día los que iba buscando por el parque y por las calles adyacentes. A veces me alejaba hasta otros barrios esperando mejorar mi fortuna en cuanto a los pitillos que me podía fumar al día. Y sí que tuve suerte porque en ocasiones me encontraba paquetes perdidos con dos o tres cigarrillos.
Después de meses mi único aliciente al salir a la calle era encontrar lo que iba a fumar o decidir a quién o cuándo lo pediría. Pero si había pasado horas dando vueltas sin haber conseguido nada, me iba a una cafetería y me pedía un té o un café tras lo que le pedía un pitillo a la persona más cercana que estuviera fumando. A veces, una amena charla proseguía.
Nunca nadie me lo negó e incluso ciertas personas se mostraron comprensivas y me dijeron que me entendían. A los familiares y amigos también los sableaba, de tal modo que solo quería quedar con los que fumaban. Ponía cualquier excusa con tal de coincidir y que me dieran tabaco. A veces, yo les regalaba un paquete para que no pensaran que era una tacaña.
Me sabía tan bien el cigarrillo que se me olvidaba toda la vergüenza que había pasado pidiéndolo o agachándome en medio de la calle a cogerlo arriesgándome a que me viera algún conocido. Si me cruzaba con alguien en la calle y no me atrevía a recogerlo del suelo por si me veía,
me paraba y hacía como que buscaba algo en el bolso o daba la vuelta a la manzana esperando que la calle estuviera más solitaria cuando yo doblase a cogerlo de la acera.
El deseo de fumar podía con cualquier reparo que tuviera, hasta que llegué a coger un cigarrillo encendido que uno que subía al autobús tuvo que tirar delante de mis pies cuando yo me acercaba a la parada. Me lo fumé dejando que pasara el autobús que yo aguardaba arriesgándome a llegar tarde a una cita con una amiga.
La tarde que vino el fontanero a arreglarme el calentador vi cómo se dejaba el paquete de tabaco rubio sobre la mesa de la cocina. Le cogí dos pitillos mientras él estaba ocupado en la galería y no me podía ver. En cuanto se marchó y cerré la puerta me lo fumé. Me supo a gloria aquel cigarrillo inesperado.
Muchos días me decía que iba a comprar tabaco, pero no quería hacerlo porque eso suponía reconocer que volvía a fumar. Mientras fuera recogiendo o pidiendo podía decir que yo no fumaba.
Empecé a darme cuenta de que algunas personas con aspecto marginal hacían lo mismo que yo, y hasta se atrevían a coger colillas. Cuando le conté a un amigo, al que también le estaba costando dejar de fumar, que me estaba acostumbrando a pedir tabaco por la calle, me comentó que él también lo hacía cuando estaba desesperado. Ya no me sentía que era la única.
Un día no hubo manera de conseguir ninguno y decidí que en un bar podía robar el paquete de alguien que lo dejara sobre la mesa mientras iba al servicio o a pagar. Pero no fue posible y me sentí tan furiosa que cogí una colilla que había debajo de la mesa. Me decía a mí misma que era medio cigarrillo que alguien había tenido que apagar al marcharse para convencerme de que yo no iba andando por ahí cogiendo colillas.
Cuando salí de debajo de la mesa, me encontré con la madre de un alumno mío mirándome, y tal fue el sofoco que pagué y me marché corriendo. Luego pensé que quizá no se hubiera dado cuenta de lo que me estaba fumando, que, por cierto, sabía fatal, a un trozo de palo quemado.
Esa noche me picaba tanto la lengua que me asusté por si había cogido alguna infección en la boca. Soñé con duendecillos malignos que se me comían por dentro hasta que iba arrastrándome porque me dejaban sin fuerzas. Me desperté gritando asustada.
En busca del tabaco había caído muy bajo. A la mañana siguiente dejé de fumar. Han pasado ya diez años y no he vuelto desde entonces.

Thursday, February 3, 2011

Ejercicio de Lectura y Escritura del poema: "Allá ella, abandonada" de Alejandro Aura.

Para leer el poema "Allá ella, abandonada" de Alejandro Licona, haga clic aquí.

Les comparto el pencast que hicimos durante el curso ¡Y qué me cuentas! después de leer el poema "Allá ella, abandonada" de Alejandro Aura. El grupo de estudiantes eligió ocho palabras y con ellas formó una historia. Al darle click aquí, ustedes podrán escuchar esa parte de la clase (dura aproximadamente 20 minutos). Lo interesante es que escucharán y verán cómo fueron eligiendo las palabras y luego como fueron construyendo la historia. ¡Disfrútenlo!

Por supuesto transcribo las ocho palabras y la historia final para que puedan leerla en caso que su curiosidad no les haga abrir el pencast :
1. Derrota.
2. Primor.
3. Impredecible.
4. Inaccesible.
5. Perdurará.
6. Suelta.
7. Lejana.
8. Temblar

La historia que escribieron, es la siguiente:
"En una tierra lejana e inaccesible, había un rey impredecible. La gente temblaba por miedo del rey, porque él quería que su reino malo perdurara para siempre. Para evitar su derrota, tenía un primoroso monstruo suelto que comía a sus peores enemigos."

Ahora es el turno de ustedes. Escriban una historia con las ocho palabras. Mándenmela haciendo "click" en la liga de abajo que dice "comments".Yo les daré mis comentarios. ¡A aprender y divertirse!

Tuesday, February 1, 2011

"Allá ella, abandonada" de Alejandro Aura

Para ver el ejercicio relacionado con este poema, hacer clic aquí
Poema en audio. Escuchen el poema en voz del propio autor, Alejandro Aura

Allá ella, abandonada
4


Ya entiendo:
la ciudad vivirá más que yo
que la he amado.

Allá ella,

abandonada.

Su corazón será

un inmenso cacto,

cubierto de primores
y de muertos.



5

Sin embargo me iré a hacer otras ciudades;

por un leve tiempo dejarás de importarme;

aunque me vaya te estaré haciendo falta.

Olvidaré por completo

tus complicados números de teléfono,

tus direcciones

cada vez más inaccesibles y lejanas,

no pensaré en ir a tal o cual cine,

a tal o cual mercado, parque, paseo,

monumento, galería, oficina;

todo será nuevo:

calles desechables, casas de papel,
tiendas de una sola vez, platillos imposibles,

rutas de autobuses que corren
nada más sobre el papel de un plano.

Me sentiré feliz como una flecha suelta,
hasta que alguna cosilla accidental en la memoria

me haga pegar de nuevo un grito de dolor

y me clave otra vez en tu pecho,

y para siempre.



8



El resto de la aurora
no caerá de mi mano,

lo aseguro,
mas tampoco el frío impredecible
que me dejó temblando
perdurará.

Acepto la derrota

pero que la ciudad

acepte también
que la he vencido.


Tomado de: Causa de vida



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Los poemas, poemas con voz, videos y libros en pdf presentados son propiedad de sus autores o herederos o titulares de los mismos. Tomado del portal: http://palabravirtual.com/index.php ir=ver_voz1.php&wid=351&p=Alejandro%20Aura&t=All%E1%20ella,%20abandonada&o=Alejandro%20Aura